











Terminado este paseo virtual por un jardín, no olvidemos que seguro cerca de nosotros hay otros que podemos visitar y que nos servirán para relajarnos y encontrar un poco de sosiego en esta vida tan agitada que llevamos.












Terminado este paseo virtual por un jardín, no olvidemos que seguro cerca de nosotros hay otros que podemos visitar y que nos servirán para relajarnos y encontrar un poco de sosiego en esta vida tan agitada que llevamos.

Algunos nos muestran las arrugas que se forman bajo sus ramas extendidas.

Otros parece que se arrastren mientras el musgo avanza por su tronco.

Troncos retorcidos y encorvados pero llenos de dignidad.

Cortezas que parecen piedra

Estrias.

Escamas.

Nudos.

Algunos semejan esculturas.

Otros parece que quisieran desenterrar sus raíces.

Otros abren sus ramas como un gran abanico.

Se agarran con fuerza a la tierra para seguir manteniéndose en pie.

Y a pesar de su vejez no dejan de cubrirse de un verde follaje que proporciona buena sombra.

Y algunos árboles cuando al final mueren, se ganan el derecho de que parte de su tronco sirva de homenaje a todos los árboles del mundo a los que deberíamos de querer y respetar mucho más de lo que lo hacemos.
NOTA:
Siete de estas fotos las hice yo, las otras me las cedieron uno de mis hermanos y una de mis sobrinas, como veréis este es un blog abierto a la colaboración de todos.

Aquí podemos observar lo bien que luce la parra virgen trepando por una valla de madera.

No hay duda de que un muro divisorio entre dos fincas queda mucho mejor revestido con una enredadera que desnudo.


Y estas plantas trepadoras enmarcan a modo de cortina puertas y ventanas.

Aunque algunas casas no se conforman con cortinas y deciden enfundarse por completo.


Detalle de las hojas de dos plantas trepadoras diferentes.


Muros de piedra a los que se agarran dos plantas distintas pero de igual belleza.


A las campanillas blancas les gusta crecer entre las ramas de otras plantas que no tienen flores proporcionándoles un toque alegre.

Aunque tampoco se niegan a adornar una valla metálica.

Y por supuesto a las plantas trepadoras les encanta subirse a los árboles abrazándose a sus ramas como si fueran parte del mismo.

E incluso a veces cuando el árbol está triste porque perdió todas sus hojas, la enredadera se las presta gustosa para que el árbol luzca un bello vestido verde.

Y aunque la palmera luce orgullosa un hermoso penacho, la enredadera quiere tapizar su desnudo tronco con sus verdes y brillantes hojas.
Nota: Las cuatro primeras fotos me fueron cedidas por Emilio Gil.

Hay ríos pequeños

Y ríos grandes

Algunos forman pequeñas cascadas

Otros, cascadas un poco más grandes

Y otros, verdaderas cataratas

Hay ríos bravos

Y otros tranquilos

También existen los ríos de aguas azules

Así de azules

Y otros muchos ríos más, todos bellísimos, que deberemos de cuidar para que nunca nos falten.
Nota: Todas estas fotos me fueron cedidas por amigos y familiares.